Nada puede seguir ocurriéndole a la escuela sin contar con los actores naturales de la misma, no podemos seguir incluyendo más cátedras y más proyectos, la escuela está repleta y se quiere que esta resuelva los grandes problemas de la sociedad, lo cual no es posible.
Según las cifras del censo del 2005, entre la franja de los 15 a los 24 años tenemos 1´232.026 personas jóvenes , de los cuales el 80 % es del estrato 1,2 y 3, y de esos el 50 % son del estrato 1y 2, el otro 50 % del 3. Estamos hablando que en el estrato 1 y 2, que es donde más se focaliza esta violencia, hay 492.810 jóvenes entre la franja de los 15 a los 24 años. Si a eso le sumamos la franja de los 10 a los 14 años que son 608.054 niños y niñas, también con un 80 % de los estratos 1,2 y 3 y con un 50 % de los estratos 1 y 2, serian 243.000 niños y niñas en el estrato 1 y 2 que sumados a los 492 nos dan 750 mil niños y adolescentes que están metidos en este fenómeno de la violencia, no son pocos, es una población supremamente grande, que nos tiene que preocupar y conmover.
Lamentablemente, esta generación que estamos hablando, no son más que víctimas de la economía del narcotráfico que en nuestro país sigue campante, los carteles del narcotráfico tomaron la decisión de apoderarse de los mercados urbanos y hoy el colegio es un territorio en disputa de las pandillas, pequeñas mafias del micro tráfico. Estos problemas, no va a ser posible que los resuelva la escuela, este país debe cambiar en ese sentido o tendremos generaciones perdidas.
Al respecto las siguientes propuestas que debemos concretar:
1. Despolitizar el fenómeno de la violencia en nuestros jóvenes, este es un compromiso de todos y todas, no se le puede hacer oportunismo político.
2. Hay que descongestionar las Instituciones educativas, que hoy no pueden con 60 o 70 proyectos que le llegan de todo lado, esto no permite plenamente a los profesores y rectores atender la vocación natural de la escuela que es preparar para el conocimiento.
3. Desmasificar la escuela: Sobretodo, hoy en los sectores populares de Bogotá como en las grandes ciudades, vemos una escuela masificada. Se le ocurrió a la política de la reducción de las transferencias asignar un rector para 4 o 5 instituciones educativas, en mañana, tarde y noche. Entonces cómo pretendemos que un rector pueda ayudar a orientar pedagógicamente a la escuela?, con un orientador para mil niños?. Aquí el Gobierno Nacional si está interesado tiene que meterse la mano al bolsillo, tiene que destinar presupuesto para esto, de lo contrario seguiremos haciendo este diagnóstico cada vez más preocupante, cada vez con más niños involucrados en el problema de la violencia.
4. Igualmente, hay que meterle a la escuela más estímulos, a los estudiantes, a los profesores para que se puedan dedicar a la escuela. Los maestros no pueden convertirse en los vigilantes de los niños, de la seguridad, esa no es la tarea de los profesores. Los docentes y los estudiantes necesitan más estímulos, de esa manera la escuela puede ayudar a mitigar un poco este fenómeno de la violencia, que viene de afuera, de nuestra economía, del modelo de nuestra sociedad.
5. En lo inmediato, la propuesta del sistema integral hay que ponerlo a operar con todos los elementos jurídicos que existen, Acuerdos del Concejo de Bogotá y leyes de la república.
6. Y lo más importante, es que hay que contar con los componentes de la escuela , hay que reunirse con los rectores y rectoras, con los directores de los Cadeles, con los encargados en cada colegio de la convivencia y que luego ellos reproduzcan con los profesores y los padres de familia, para ver desde las instituciones educativas que construyen los docentes , para que nos indiquen cuáles son las expresiones más categóricas de esa violencia, cuáles son los actores principales y cuáles son las opciones que se proponen hoy desde la escuela. Entonces se definirán los apoyos y recursos que se necesitan.
Hay que escuchar a la escuela, lamentablemente en la actualidad casi nada se ha consultado con ella y de afuera hacia adentro va a ser muy difícil diagnosticar el problema de la violencia en nuestros niños y niñas, el punto de partida tienen que ser las instituciones educativas, no pueden ser los sectores externos. Por más sabiduría y buenas intenciones que halla desde afuera.